UN CANTO A MI AMADA ZAMORA

A MI AMADA ZAMORA

A MI AMADA ZAMORA

 

 

CANTO PRIMERO

MI OFRENDA

1.-Sagrado Ángel mío, que eres del Eterno,

mensajero fiel y tierno defensor;

del Cielo expulsaste al tirano Averno,

de los hombres y de Dios, el opresor;

mostradme el trono altísimo y supremo

de la deidad que yo tengo por mi Senor,

porque felizmente, es obra de cristiano

renegar el diablo, tutor del pagano.

 

2.- A Vos pues, Oh Dios Padre tan poderoso!

Senor Omnipotente que hiciste el mundo

y conocéis de mi precario destino,

recurro con el respeto más profundo:

inspirad con el poder vuestro Divino,

la mente de este poeta nada facundo.

Que si tal menester de Vos mi obra gana,

será para honor y gloria zamorana.

 

3.- Jamás se hable de Troya o de la gran Roma,

pasaron como la fama que tuvieron:

la primera, ardió como ha ardido Sodoma,

la segunda, bárbaros la combatieron.

Que conozcan la historia de mi Zamora

con las gestas que tanto la ennoblecieron.

Que se callen todos, que con vanidad,

enaltezco a la muy noble y leal ciudad.

 

4.- Profanando el arte, pero con valor,

acometo ésta obra que mi alma comparte,

invocando a Dios, nuestro padre y Senor,

que humildes versos lleguen a toda parte

y hagan eco donde no haya pundonor;

que mi canto, aunque le falte ritmo y arte,

muestra un pasado inmortal y tan glorioso,

que honra este pueblo sincero y generoso.

 

5.- Pido a Dios que mis versos destartalados,

florezcan con la sublime inspiración,

para que sean para siempre alabados

en honor de ésta tierra y su población.

Al allá evoco las plumas de letrados

como Cervantes, Zunzunégui o Alarcón,

la inspiración poética de aquél pasado,

de Camôes, Miguel Hernández y Machado.

 

6.- Cantaré aquellas glorias olvidadas

de hechos  históricos poco sabidos,

pero con versos de sencillas palabras

para que por el vulgo sean entendidos.

No busco con mi canto inmodestias vagas,

solamente dar razón a mis sentidos.

Que canto al pueblo a quién debo mi existencia,

la dicha de un amor y mi descendencia.

 

7.- A vos, noble pueblo de honor y lealtad,

os consagro ésta obra escasamente instruida,

que brota del manantial de la deidad,

fuente de inspiración , que en verso, da vida

a este mi canto a la amada ciudad.

Que no es propio de persona bien nacida

no reconocer los bienes recibidos

de quién te dio amparo, sin requisitos.

 

8.- Que murmuren de mí, el legendário Duero;

mi estro y apacible Bosque de Valorio,

donde el olor primaveral mananero

atempera el corazón más vejestorio.

Que justifiquen mi corazón sincero,

que diera ejemplo de un carino notorio

hacia este pueblo, que me fascina y quiero,

aunque fuera él, la causa de mi destierro.

 

9.-  Que se callen las personas maliciosas

para que mi ciudad siga siendo honrada

como fuera en otras épocas gloriosas.

Que se callen, mi vida nunca fue dada

a fraudes o falsedades tendenciosas.

Tan sólo busqué servir sin pedir nada,

con el corazón de un hombre desprendido

que dio todo en su vida y todo ha perdido.

 

10.- Dejad que mi Zamora brote bondad

para gloria de una estirpe venidera;

que permita proyectar con vanidad

allá fronteras, su historia verdadera,

para qué sepan que donde hubo lealtad,

hubo un pueblo con una sóla bandera.

Zamora de encantos románicos reales,

que muestran cuanto valiste y cuanto vales.

 

11.- Con deseo de hacer Zamora inmortal,

escribo este canto a mi amada Zamora,

con el corazón acá en mi Portugal,

y mi recuerdo, en la ciudad valedora

de mi descendencia. Si amor es igual

al eterno sueno que nos apasiona,

quiero seguir sonando , aunque apenado

por no sentirte ni tenerte a mi lado.

 

12.-Que se callen los caciques acabados,

ahora que Zamora alcanza la ventura

de llegar a ser tierra de hombres sensatos,

sin malicia, sin falsedad ni perjura.

Que vayan reconociendo sus pecados.

Que se vayan acercando a la locura,

esa demencia ganada con el tiempo,

que sólo la vence el arrepentimiento.

 

13.- A vos senor, que gobernáis nuestra Espana,

os ofrezco ésta gesta con cortesía;

con la humildad de un lusitano, que entrana

respeto y acato a vuestra soberanía.

A ésta humilde oferta senor, le acompana

mi deseo de larga vida, y os pedía

para este pueblo que os sirve con lealtad,

trabajo, jurisprudencia y libertad.

 

14.- Un corazón sensato, jamás se olvida

de los bienes recibidos del pasado.

A Zamora debo parte de mi vida,

a su gente, mi respeto y humilde acato.

A vos, noble pueblo de mente erudita,

os consagro ésta gesta, como alegato

de una vida rendida a vuestra ciudad,

con amor, trabajo, nobleza y humildad.

 

 

CANTO SEGUNDO 

A MI AMADA ZAMORA… CON NOSTALGIA

 

                   

 

 

 

 

 

                  FOTO DE LA MURALLA

 

 

 

 

 

 

 

 Aún se esconden entre los poros envejecidos de las
vetustas piedras de la muralla zamorana, los clamores de miles de musulmanes
caídos ante ella.

 

 

                  

 

 

 

 

 

                FOTO PANORÁMICA

                     DE ZAMORA

 

 

 

 

 

 

 

Dejad que mi corazón expanda hacia la ciudad qué
fuera valedora de mi existencia:
cariño, ternura y lealtad, pues de
ella, recibí todo cuanto tengo: sencillez, amor y nobleza.

 

 

CANTO SEGUNDO

 AL PRINCIPIO… OCELUM DURI

 

 15.- Hace siglos, aún Zamora dormía

 bajo el trino de las aguas del Duero,

por la sierra de Cabrera, ya existía

una noble raza que evocar quiero,

por su heroísmo, destreza y valentía.

Fueron ellos el baluarte y lucero

al principio, cuando aún Zamora yacía

junto al Duero, en dulce melancolía.

 

 16.- Al principio, aún Zamora despoblada

a orillas del viejo Duero opulento,

sólo el bullicio de alguna cascada,

formada por algún raro elemento,

que en su serpenteante lecho encontraba,

causando el peculiar estrujamiento.

Tan sólo en los densos montes cercanos,

pastoreaban los bravos lusitanos.

 

 17.- Bajó de las montañas con valor,

aquél cuatrero, según los romanos,

mas que no era más que un vulgar pastor

que fuera caudillo de lusitanos

por  su destreza, astucia  y su valor.

Con  mi mente, y la ayuda de mis manos,

daré vida á aquél épico pasado

de Viriato e su pueblo denodado.

 

 18.- Hijo de las montañas, combatiste

                                              guerreros romanos mañosamente;                                

     a Serveliano, rendirse  hiciste

 y a otros cónsules de Roma pudiente;

astuto y valiente como tú fuiste,

aunque traidor, Sartorio  solamente.

Gracias a ti y a tus huestes paganas,

 éstas tierras se hicieron lusitanas.

 

 19.- Cuadrillas de guarda-ovejas, osados

semidesnudos, salvajes, sin nada,

vencen a ocho cancilleres romanos

con su sorpresa y certera pedrada;

luchaban así, aquellos lusitanos

defendiendo ésta su tierra sagrada.

Pueblo del monte qué al romano diera

 Lucha y valor, que al romano venciera.

 

 20.- ocho legiones romanas  armadas,

 cayeron ante el valor de lusitanos,

 en luchas cuerpo a cuerpo encarnizadas,

 con machetes y piedras. Los romanos

 vencidos con sus huestes agraviadas,

 compraron la victoria con engaños,

pagando a un vil  lusitano traidor

 por la muerte de Viriato  y  su honor.

 

 21.- Durmiendo entre pedruscos,  lo mataron.

 Puñal pactado, que a Roma valiera

una vil victoria, que no ganaron.

Desde Montes Herminios a Cabrera,

millares de lusitanos,  lloraron

el Caudillo que gloria y honra les diera.

Muerto Viriato a traición,  fácilmente

Roma, romanizó aquella gente. 

 

 22.- No dudéis de la fama que tuvieron

 estos valientes pastores de ayer,

que por defender sus tierras, murieron

ante  enemigo, con mando  y saber.

Fue  gracias al coraje que expusieron

que ganaron el respeto y el querer

de una  raza instruida para la guerra

en yermos montes de zarzas y piedra.

 

23.- Si lusitanos fuimos  por Viriato,

leoneses  seremos  por ser de León;

de ésta tierra, que es excelso legado

 de un bravo pueblo, que diera razón

para que este trovador desvirtuado,

colocara  en verso su corazón,

a los pies de la Virgen de la Concha

como sensata ofrenda de quien la honra. 

 

 24.- Llegan de Roma  arados resistentes

 que hincan con sus rejas tierras labriegas,

dando  vida al campo y vida  a las gentes.

En las laderas se plantan las cepas,

los rudos lusitanos, indulgentes,

se romanizan, aunque a duras penas,

y Zamora brota paz y expansión

después de muerto Viriato, à traición.

 

25.- Y este pueblo de bravos montañeses,

sometido  al cautiverio romano,

cultiva las tierras y crea reses,

y gracias a su trabajo, no en vano,

los romanos se revelan corteses.

Así nace  el corazón zamorano

a la orilla del legendario Duero,

con humildad y cariño sincero.

 

 26.- Alguien ha dicho, que Zamora fuera

 alcurnia de artesanos y fulanas;

traidor y embustero quien lo dijera,

pues en tierra de santos y de hermanas,

no hay cabida para gente perversa.

Pundonorosas son las zamoranas,

madres de espíritu y valor cristiano

que honran el abolengo  zamorano.

 

 27.- Tiempos de riqueza y prosperidad,

gracia de Dios por ellos contemplada.

Nace aquí la amada y noble ciudad

con la gloria de ser la bien hallada

por hombres y mujeres de verdad,

que hicieron de esta tierra su morada.

Gloria a gente de estirpe lusitana,

que diera a ésta tierra, su gloria y fama.

 

 28.- Mas todo ello, como Dios ha querido,

Zamora gana prestigio e importancia

siendo asediada por el enemigo,

que en busca de fortuna, no descansa

mostrar su poder con duro castigo

destruyendo todo;  más por venganza

que por afán de bienes y poder,

mata y destruye por orgullo y placer.

 

 29.- Son tiempos de bulliciosas  conquistas

por locos anhelos territoriales;

unas veces, por fuerzas anarquistas

que vienen de África con especiales

intereses, o nobles progresistas

que buscan territorios favorables

para instaurar su clan y religión

à base de fuerza y recia presión.

 

 30.- Mas quiso el Señor,  que Alfonso Tercero

 éstas amadas tierras conquistara,

para qué fuera ésta ciudad, sendero

de una Castilla fuerte, qué brotara

raíces para un país imperecedero,

donde la espada enemiga, no osara

volver a la tierra por él tomada

al musulmán, con su gente y su espada.

 

 31.- Gracias a Alfonso Tercero, tuvimos

 progreso, paz y nobles caballeros;

aún hoy, gracias al Rey, nos distinguimos

por sus hazañas y sabios desvelos

que aún hoy, con nobleza y orgullo sentimos.

Gracias a este valiente rey, tenemos

la muralla que diera gloria y honor

a una ciudad curtida de valor.

 

 32.- A sesenta mil árabes venciera,

 según  nos cuenta nuestro romancero,

mostrando al musulmán que a su bandera

y a su honrado y denodado pueblo,

había su arma para defenderla,

la muralla, que a su mando construyera

y que aún hoy rememora aquél pasado

de un magno rey y de su pueblo amado.

 

 33.- Hasta Toledo acosó el enemigo

 expulsándole de tierras cristianas,

fuera tal su hostigamiento y castigo

a las decaídas fuerzas paganas,

que tardaron volver a dar castigo

a las sufridas huestes zamoranas.

Magno rey a quién debemos honor,

Orgullo, patriotismo y pundonor.

 

 34.- Venciendo árabes se gana obispado

 y cariño de rey para honor nuestra;

para primer obispo, es designado

el Abad de Moreruela, hombre presto

a la santidad, hoy San Atilano.

Virtuosa tierra, ésta Zamora nuestra

que engendra intrepidez, santidad y arte,

dando gloria a Zamora en toda parte.

 

 35.- Por siete alas  de fosos defendida

y sus recias murallas levantadas,

se extiende tu fama bien merecida

como ciudad entre las bien cercadas

por los moros respetada y temida.

Aún hoy, en romanceros y cantigas

eres recordada Zamora amada,

como la ciudad leal y bien cercada.

 

 36.- Sólo una vez los árabes pasaron

 golpeados por piedras, lanzas y dardos,

 sobre los cadáveres que llenaron

 el foso. Sobre cuerpos apilados

pudieron entrar, pero no quedaron,

 Don Ramiro con sus bravos soldados

los vence a base de furia y valor

rescatando al enemigo, su honor.

 

 37.- Feliz Ramiro por haber ganado

a moro destructor con lanza y espada,

 con miedo ser de nuevo amenazado,

dispuso que fuera fortificada

toda  ciudad predispuesta al atraco

del moro u otra raza depravada,

fortificando como su etnia manda

 Salamanca, Ledesma y Peñaranda.

 

38.- Aún el Duero va de sangre manchado,

 y Zamora no ha curado su herida,

un ejército enorme, acaudillado

por Almanzor, volvió a la ofensiva,

mas la bien cercada, que fuera estrado

de mayores asaltos, no dio premisa,

 y aunque el Duero de sangre se llenaba

 en la ciudad, el árabe no entraba.

 

39.- Volvieron los moros para tomar

la ciudad de Zamora qué deseaban;

Sancho el Gordo reinaba,  que evitar

su entrada no pudo, y aunque ellos entraban,

no  tardaron   en la abandonar

dejándola destruida y abundaban

los abusos de crueles musulmanes

con sexo y aterradores desmanes.

 

40.- Volvió después el temido Almanzor

que lograra entrar, pero estaba dicho

que de un bravo pueblo de orgullo y honor,

no esperara el musulmán, cobijo.

Para que se cumpliera, con valor,

contra el moro luchó padre, madre e hijo.

Cuán patriota este pueblo del pasado

que hizo patria con su esfuerzo abnegado.

 

41.- Una vez el musulmán derrotado

la ciudad volvió a la tranquilidad.

Fernando Primero dio por zanjado

el reinado islámico en la ciudad.

Todo, como Dios había ordenado,

Se hiso Zamora tierra de  lealtad

al rey que defendía y tanto amaba

Zamora, su ciudadela avanzada.

 

42.- Ciudad mía que eres libre y prosperas

presta contra futuras algaradas

de asedios crueles que en tiempos tuvieras

de fuerzas moras brutas y malvadas.

Dijo Sancho Segundo: -que valieras

más que todas plazas amuralladas,

por tu muralla ante todas las  bregas

y por el valiente pueblo que albergas.

 

43.- Reinaba el rey Don Fernando Primero,

y la ciudad vivía el bienestar.

Sensato rey, pero de plan ligero,

al repartir sus reinos, sin pensar

que su necio y presuntuoso deseo

de dar el reino a sus hijos al azar,

haría que entre ellos y sin razón,

hubieran luchas por Castilla y León.

 

44.- A su hija Urraca, otórgale Zamora.

A Don Alfonso el partido de León;

la zona de Toro a Elvira lo dona,

a García, Galicia y su blasón,

y a Sancho la Castilla emprendedora,

donde había el deseo de la unión.

Fuera Sancho, el hombre predestinado

a hacer patria, en lucha por su reinado.

 

45.- Muerto Don Fernando, gran rey y señor,

nace la envidia, el odio y la ambición.

Don Sancho, ambicioso y acometedor,

no acepta del padre la partición,

con el ánimo de ser rey y señor

de un reino, que un día fuera nación.

Con ésta idea y su ejemplar  valor

lucha por hacer patria, aún  sin honor.

 

46.- Alfonso, huye de León con  dolor

y quitar Toro a Elvira,  bastó un día;

así,  frente a Zamora, sabedor

que con Urraca duro lo tenía.

Con sus murallas y el bravo valor

de un pueblo dispuesto a mostrar su hombría,

le harían sufrir, para conquistar

la ciudad que ambicionaba reinar.

 

 47.- Fue duro y largo el cerco a la ciudad

defendida por bravos zamoranos,

que el rey, sabiendo la dificultad

quiso hacer un acuerdo entre hermanos.

Sabía el rey de la intima amistad

entre  el Cid y su hermana, ambos dados

a vínculos tiernos en el pasado

de los cuales, la historia poco ha hablado.

 

48.- «Te mando mi fiel Cid, a ver  mi hermana

en busca de un pacto confortador.

Dile que no busco triunfos ni fama,

tan solo crear un reino de esplendor

donde soberanos, en el  mañana,

disfrutemos una patria y  un  señor.»

«Difícil misión me dais mi señor,

negociar con vuestra hermana mi honor.»

 

49.- Amarga misión a Cid delegada,

fiel guerrero al servicio de su rey;

que le manda convencer a su amada

para que le entregue lo que por ley

pertenece a su hermana Doña Urraca.

Vergüenza le daba que ante su grey,

tuviera  que pedir a su  señora

la rendición tajante de Zamora.

 

50.- Sin corcel, sin espada,  el Campeador

entró sin trabas murallas adentro.

A su paso hacia el castillo, el fragor

de la gente, ahogaba su sentimiento.

Dudando  estar con su fugaz amor

o con la ambición de su amado rey,

se arrodilló a los pies de la Infanta

con la tristeza ahogando su  garganta.

 

51.- «Digna infanta, me manda vuestro hermano

en busca de un acuerdo desprendido.»

«Levantaos» dijo Urraca con halago

al noble caballero allí rendido.

«Listo es tu rey y noble su cortesano,

pensando que un lejano amor perdido

me inducía a un pacto falto de honor,

donde hay hidalguía, lealtad y valor.»

 

52.- «Perdón  infanta!» dijo Campeador.

«No busca mi señor guerra ni fama,

tan sólo crear un reino de esplendor

donde altivos, el día de mañana,

tengamos una patria y un rey señor.»

«Ambición abusiva», gritó Urraca.

«Vuelve a tu ejército y dile a mi hermano

que sobre mí está el prez zamorano.»

 

53.- Decaído, al ver fallido su deseo,

entre vejaciones de zamoranos

hambrientos y tristes por el bloqueo,

se marcha Cid con pena de sus vanos

esfuerzos ante la sensata Infanta,

y el griterío de sus ciudadanos.

Tristeza propia de un corazón leal,

qué por su nobleza se hizo inmortal.

 

54.- Cuando Cid, triste, notificó

a su rey la renuncia de su amada,

Sancho enfadado, con furia gritó:

«Es que puede el amor más que tu espada?»

« Mi señor,» dijo Cid  «ella me amó

como yo la amé, pero nuestra leal raza

no deja qué vendamos nuestro honor

por fuertes que sean espada y  amor.»

 

55.- No aceptó Sancho el orgullo de Cid

juzgándole como un necio traidor;

y el que fuera campeador en la lid

pierde la primera justa de honor,

pues Sancho, consternado,  lo despide.

Montado en su corcel, el Campeador,

deja su rey y se marcha acongojado

al verse insensatamente humillado.

 

56.- No tardó el rey Sancho darse cuenta

de su disparate, y mandó buscarlo

sintiendo dentro de sí  la  vergüenza

de recibir un hombre difamado

 por él. Regresa Cid a la contienda

triste,  por haber sido deshonrado

su honor de caballero y servidor

del rey y su patria, antes que del amor.

 

57.- Amigos de los reyes destronados,

deseosos de vengar al  sitiador,

vinieron a Zamora desterrados,

como  Bellido Dolfos, el traidor,

con treinta feudatarios bien armados,

todos ellos faltos de arrojo y honor.

Largo bloqueo Zamora tuviera

que sólo el hambre y la muerte prospera.

 

58.- Entre murallas,  hambre y desespero

mata moralmente la Infanta Urraca

que viendo el débil estado  del pueblo

hizo consejo para dar la plaza

de forma amistosa, evitando el duelo,

pero el noble y leal consejo  rechaza

la demanda con gritos de lealtad

prestos  morir por ella y su ciudad.

 

59.- Largo y duro asedio hubo en la ciudad

pero Don Sancho no ha podido entrar;

Los zamoranos con su dignidad

y valor, no dejaban de luchar,

aunque su moral y su ansiedad

fuesen el desespero popular.

 la enfermedad, el asedio y el hambre

Ahogaban el zamorano exangüe.  

 

60.- De la ciudad salió un caballero

si tal se puede llamar a un traidor,

para indicar al rey aventurero

de una puerta expedita al interior

por donde podría entrar sin recelo

con su tropa, mas el rey con temor

al engaño y con cierto pesimismo,

exigió ver aquella puerta él mismo.

 

61.- Caminaba Sancho con el traidor

a ver aquella puerta codiciada

ignorando al hábil vindicador

que con malos fines le acompañaba.

Un descuido de Sancho, fue lo peor

de sus actos; con la astucia planeada

clavó el traidor su puñal suicida

en la espalda del rey que cayó sin vida.

 

62.- Corrió Bellido Dolfos, el traidor,

hacia la puerta para escapar

 del acoso del leal cabalgador,

el épico Rodrigo de Vivar,

mas quiso la suerte que el Campeador

por poco no lo pudiera alcanzar.

Ajuste y no conjura, fue razón

del traidor, huido de tierras de León.

 

63.- Juzgados traidores los zamoranos,

son retados a un duelo por traición,

y Arias Gonzalo, a quién aún hoy honramos,

se presta disputar sin condición

el honor de sus honrados paisanos,

sin más mérito que la condición

de jugar su vida por la verdad,

el honor y orgullo de su ciudad.

 

 64.- Aunque su coraje y valor, le daban

ansias  para luchar por la verdad,

no pudo hacerlo; le inhabilitaban

la Infanta Urraca y su avanzada edad.

Mientras las tropas de Sancho, gritaban

por justicia, adentro de la ciudad,

los hijos del alcalde, con valor,

se disponen a morir por su honor.

 

65.- Dura fue la lucha por el honor

de un pueblo valiente, sensato y honrado.

Acero en mano y razón de valor,

sale al torneo para ser juzgado

un hijo de Arias Gonzalo, el mayor,

que aunque luchara como buen soldado,

no consigue vencer a su oponente,

dejando triste y abatida a su gente.

 

66.- Entristecido, Arias Gonzalo dijo:

«murió en defensa de la verdad

este bravo soldado, que es mi hijo,

pero el honor de esta amada ciudad

sigue viva; a vos Ordóñez exijo

deis a mis hijos la oportunidad

de luchar uno a uno con hombría,

aunque sus vidas apaguen la mía.»

 

67.- «¿Qué me pedís, venerable señor?

¿Qué me bata en armas con inexpertos?.

¿Acaso no os causó harto dolor

una muerte? ¿Por qué no calláis retos

de impostor?, mostrado está vuestro honor

con la pérdida de un hijo. Perversos

son los demás, que usaron su pasión

matando nuestro rey a la traición.»

 

68.- « ¡Callad Ordóñez!...» gritó con vigor

Arias, «tomad la vida uno a uno

de los zamoranos, mas no su honor,

que si existe entre nosotros, alguno

que tenga la condición de traidor,

con resignación el castigo asumo.

Dejad que mis hijos hagan justicia

a la calumnia, al odio y la impudicia.»

 

69.- Salió a la arena para luchar

otro de los hijos del regidor;

jamás hubo tanto anhelo de dar

justificación de lealtad y honor;

tan sólo Arias ha querido mostrar

que vale más el honor que el amor.

Muertos los tres hijos en el combate,

el dolor se extiende por toda parte.

 

70.- Estaba escrito que Zamora fuera

vanguardia en la lealtad y sufrimiento;

al ruedo sale el cuarto hijo, y valiera

para poner fin al conflicto horrendo.

La maestría de Ordóñez no sirviera

ante la fe y valor de quién, teniendo

poca experiencia en la lucha, tenía

la rabia por arma y por osadía.

 

71.- Mientras el duro pueblo zamorano

se alegraba de una forma sencilla,

dolido, el ejército castellano

se retira en silencio a su castilla,

llevando el cuerpo de su rey falseado.

Resuenan las campanas en la villa

por los tres hijos del Gobernador,

mientras Zamora recobra su honor.

 

72.- Lágrimas de dolor, surcan el rostro

de Arias Gonzalo, el Gobernador;

a su lado, la Infanta con disgusto,

expande su cólera y su dolor

gritando:“ fue nuestro gravoso costo

para mantener nuestra casta y honor”.

Mientras, por las arterias zamoranas

llora el pueblo al compás de las campanas.

 

73.- Muerto Sancho por la infame traición,

y recobrado el honor zamorano,

los castellanos sin rey ni razón,

abandonan el cerco de la mano

del desespero y la desilusión.

Así termina el cerco más pagano

Según lo cuenta nuestro romancero,

yo solo me limito a ser trovero.

 

74.- Ante el valiente Cid, el Campeador,

Jura Alfonso Sexto con humildad.

Manifestando: «Juro por mi honor

que no conspiré contra ésta ciudad,

ni contra mi hermano. Vuestro dolor

lo comparto con tanta dignidad,

que el cobarde que osó matar mi hermano

morirá descuartizado a mi mano.»

 

75.- Vindicado fue, Bellido el traidor:

por cuatro caballos fue remolcado,

siendo descuartizado, en honor

a su engaño. Así fuera ejecutado

como lo prometiera con rencor

Alfonso Sexto, ahora rey y señor

del nuevo reino, que tuvo la hazaña

de ser mentor de la futura España.

 

76 .- Volvió mi Zamora a una paz serena,

creciendo con otros nuevos lugares,

como el Valle, San Lázaro, la Vega,

el Burgo, Cabañales y Olivares.

Nacen mercados, y la plaza medra

con judíos y artesanos dispares.

Gracias a tiempos de prosperidad

nace el segundo puente en la ciudad.

 

77.- Todo cuanto vive, tiene sus ciclos,

y Zamora en su vida los tuviera;

después de tiempos de paz, los conflictos

entre banderías y la que fuera

nobleza local, hicieron malditos

muchos años, que a Zamora afligiera

Con la odiosa peste, el hambre y la lucha,

Gravados con el motín de la trucha.

 

78.- as luchas habidas entre dos bandas

en busca del codiciado poder,

tupió el clamor de muchas gargantas

desnutridas por el hambre y el quehacer

de la peste. Fueron años de tantas

desgracias, que mucho vino a perder

del crecimiento que en tiempos tuviera,

por el poder, la peste y la ceguera.

 

79.- Con el tiempo las heridas curaron,

y Zamora volvió a la expansión.

Aún hoy, las murallas que preservaran

los bravos soldados de la invasión,

muestran su dolor por los qué pagaron

con su vida el honor de una razón:

la razón de servir a su infantado

y a Zamora su terrón bien amado.

 

80.- Años e siglos pasaron hasta ahora

 desde aquellas luchas encarnizadas

entre moros y gente codiciosa.

Con el tiempo, se curaron las llagas

abiertas por la infamia, y la dichosa

historia de las épocas pasadas.

Quedó solo en corazón zamorano

la lealtad y valor de Arias Gonzalo.

 

81.- Si fuera historiador, mucho diría

de esta tierra leal y su brava gente.

Pero no lo soy, ni tengo osadía

para escribir aquello que mi mente

necia, no sabe ni escribir debía

¿Es acaso talento convincente,

que un trovador, sin arte ni saber,

haga alarde de poeta sin lo ser?

 

 82.- Aún por los poros de las viejas piedras

sangran las heridas de un noble pueblo.

Misteriosas sombras, mágicas puertas

por donde pasan buscando consuelo;

son míticas sombras que en horas muertas

bajan a su castillo desde el cielo

para halagar la historia de esta tierra

noble y leal ante la paz y la guerra.

 

83.- Si acaso te preguntan por tu grey,

por tu estirpe, diles con dignidad

que eres zamorano por sangre y ley,

y español por tu sagrada lealtad

a tu Zamora, tu patria y tu rey.

Si hiciera falta mostrar la verdad

con tu vida, llénate de valor,

y muere por tu ciudad  y tu honor.

 

84.- Que morir por tu patria y tu rey

es ganar el honor del más preciado;

y porque así es, sobre ti está la ley,

y con ella, el regalo más sagrado  

que Dios puso libremente a su grey,

para que fueras por Él sublimado:

la libertad, la natura y el amor

que apoyarás con lealtad y valor.

 

85.- Aún me acuerdo de sus abruptos montes.

Velando a sus pies, las aguas del Duero

que serpenteando en busca de horizontes

nuevos, va abriendo camino, al austero

país,  donde brotan sangre sus fuentes,

y se anublan sus montes  con el fuego.

Enojado, y en mil recuerdos absorto,

Se funde en la mar, en tierras do Oporto.

 

86.- Quisiera llegar al fin de mi vida

sin esta amargura que me atormenta.

Qué se suelte la gente perseguida

y el corazón del pueblo viva e sienta

su orgullo,  para que su fe perdida

renazca donde hay odio y reprimenda;

para que podamos ver de verdad

entre mi gente, amor y libertad.

 

87.- Cuando por la noche, evado la pena

que  quema mi existencia sin piedad,

salgo al balcón a ver la luna llena

que plasma  al  Duero su felicidad,

escribiendo con mimo el bello poema

sobre el castillo, el Duero y la ciudad,

que fuera cuna de santos y reyes

y honesta defensora de las leyes.

 

 

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Es aburrido.
Es regular.
Me gustó.
Es muy interesante.
Para ser portugués.. bien
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