A MI AMADA ZAMORA
CANTO PRIMERO
MI OFRENDA
1.-Sagrado Ángel mío, que eres del Eterno,
mensajero fiel y tierno defensor;
del Cielo expulsaste al tirano Averno,
de los hombres y de Dios, el opresor;
mostradme el trono altísimo y supremo
de la deidad que yo tengo por mi Senor,
porque felizmente, es obra de cristiano
renegar el diablo, tutor del pagano.
2.- A Vos pues, Oh Dios Padre tan poderoso!
Senor Omnipotente que hiciste el mundo
y conocéis de mi precario destino,
recurro con el respeto más profundo:
inspirad con el poder vuestro Divino,
la mente de este poeta nada facundo.
Que si tal menester de Vos mi obra gana,
será para honor y gloria zamorana.
3.- Jamás se hable de Troya o de la gran Roma,
pasaron como la fama que tuvieron:
la primera, ardió como ha ardido Sodoma,
la segunda, bárbaros la combatieron.
Que conozcan la historia de mi Zamora
con las gestas que tanto la ennoblecieron.
Que se callen todos, que con vanidad,
enaltezco a la muy noble y leal ciudad.
4.- Profanando el arte, pero con valor,
acometo ésta obra que mi alma comparte,
invocando a Dios, nuestro padre y Senor,
que humildes versos lleguen a toda parte
y hagan eco donde no haya pundonor;
que mi canto, aunque le falte ritmo y arte,
muestra un pasado inmortal y tan glorioso,
que honra este pueblo sincero y generoso.
5.- Pido a Dios que mis versos destartalados,
florezcan con la sublime inspiración,
para que sean para siempre alabados
en honor de ésta tierra y su población.
Al allá evoco las plumas de letrados
como Cervantes, Zunzunégui o Alarcón,
la inspiración poética de aquél pasado,
de Camôes, Miguel Hernández y Machado.
6.- Cantaré aquellas glorias olvidadas
de hechos históricos poco sabidos,
pero con versos de sencillas palabras
para que por el vulgo sean entendidos.
No busco con mi canto inmodestias vagas,
solamente dar razón a mis sentidos.
Que canto al pueblo a quién debo mi existencia,
la dicha de un amor y mi descendencia.
7.- A vos, noble pueblo de honor y lealtad,
os consagro ésta obra escasamente instruida,
que brota del manantial de la deidad,
fuente de inspiración , que en verso, da vida
a este mi canto a la amada ciudad.
Que no es propio de persona bien nacida
no reconocer los bienes recibidos
de quién te dio amparo, sin requisitos.
8.- Que murmuren de mí, el legendário Duero;
mi estro y apacible Bosque de Valorio,
donde el olor primaveral mananero
atempera el corazón más vejestorio.
Que justifiquen mi corazón sincero,
que diera ejemplo de un carino notorio
hacia este pueblo, que me fascina y quiero,
aunque fuera él, la causa de mi destierro.
9.- Que se callen las personas maliciosas
para que mi ciudad siga siendo honrada
como fuera en otras épocas gloriosas.
Que se callen, mi vida nunca fue dada
a fraudes o falsedades tendenciosas.
Tan sólo busqué servir sin pedir nada,
con el corazón de un hombre desprendido
que dio todo en su vida y todo ha perdido.
10.- Dejad que mi Zamora brote bondad
para gloria de una estirpe venidera;
que permita proyectar con vanidad
allá fronteras, su historia verdadera,
para qué sepan que donde hubo lealtad,
hubo un pueblo con una sóla bandera.
Zamora de encantos románicos reales,
que muestran cuanto valiste y cuanto vales.
11.- Con deseo de hacer Zamora inmortal,
escribo este canto a mi amada Zamora,
con el corazón acá en mi Portugal,
y mi recuerdo, en la ciudad valedora
de mi descendencia. Si amor es igual
al eterno sueno que nos apasiona,
quiero seguir sonando , aunque apenado
por no sentirte ni tenerte a mi lado.
12.-Que se callen los caciques acabados,
ahora que Zamora alcanza la ventura
de llegar a ser tierra de hombres sensatos,
sin malicia, sin falsedad ni perjura.
Que vayan reconociendo sus pecados.
Que se vayan acercando a la locura,
esa demencia ganada con el tiempo,
que sólo la vence el arrepentimiento.
13.- A vos senor, que gobernáis nuestra Espana,
os ofrezco ésta gesta con cortesía;
con la humildad de un lusitano, que entrana
respeto y acato a vuestra soberanía.
A ésta humilde oferta senor, le acompana
mi deseo de larga vida, y os pedía
para este pueblo que os sirve con lealtad,
trabajo, jurisprudencia y libertad.
14.- Un corazón sensato, jamás se olvida
de los bienes recibidos del pasado.
A Zamora debo parte de mi vida,
a su gente, mi respeto y humilde acato.
A vos, noble pueblo de mente erudita,
os consagro ésta gesta, como alegato
de una vida rendida a vuestra ciudad,
con amor, trabajo, nobleza y humildad.
CANTO SEGUNDO
A MI AMADA ZAMORA… CON NOSTALGIA
FOTO DE LA MURALLA
|
Aún se esconden entre los poros envejecidos de las
vetustas piedras de la muralla zamorana, los clamores de miles de musulmanes
caídos ante ella.
FOTO PANORÁMICA DE ZAMORA
|
Dejad que mi corazón expanda hacia la ciudad qué
fuera valedora de mi existencia:
cariño, ternura y lealtad, pues de
ella, recibí todo cuanto tengo: sencillez, amor y nobleza.
CANTO SEGUNDO
AL PRINCIPIO… OCELUM DURI
15.- Hace siglos, aún Zamora dormía
bajo el trino de las aguas del Duero,
por la sierra de Cabrera, ya existía
una noble raza que evocar quiero,
por su heroísmo, destreza y valentía.
Fueron ellos el baluarte y lucero
al principio, cuando aún Zamora yacía
junto al Duero, en dulce melancolía.
16.- Al principio, aún Zamora despoblada
a orillas del viejo Duero opulento,
sólo el bullicio de alguna cascada,
formada por algún raro elemento,
que en su serpenteante lecho encontraba,
causando el peculiar estrujamiento.
Tan sólo en los densos montes cercanos,
pastoreaban los bravos lusitanos.
17.- Bajó de las montañas con valor,
aquél cuatrero, según los romanos,
mas que no era más que un vulgar pastor
que fuera caudillo de lusitanos
por su destreza, astucia y su valor.
Con mi mente, y la ayuda de mis manos,
daré vida á aquél épico pasado
de Viriato e su pueblo denodado.
18.- Hijo de las montañas, combatiste
guerreros romanos mañosamente;
a Serveliano, rendirse hiciste
y a otros cónsules de Roma pudiente;
astuto y valiente como tú fuiste,
aunque traidor, Sartorio solamente.
Gracias a ti y a tus huestes paganas,
éstas tierras se hicieron lusitanas.
19.- Cuadrillas de guarda-ovejas, osados
semidesnudos, salvajes, sin nada,
vencen a ocho cancilleres romanos
con su sorpresa y certera pedrada;
luchaban así, aquellos lusitanos
defendiendo ésta su tierra sagrada.
Pueblo del monte qué al romano diera
Lucha y valor, que al romano venciera.
20.- ocho legiones romanas armadas,
cayeron ante el valor de lusitanos,
en luchas cuerpo a cuerpo encarnizadas,
con machetes y piedras. Los romanos
vencidos con sus huestes agraviadas,
compraron la victoria con engaños,
pagando a un vil lusitano traidor
por la muerte de Viriato y su honor.
21.- Durmiendo entre pedruscos, lo mataron.
Puñal pactado, que a Roma valiera
una vil victoria, que no ganaron.
Desde Montes Herminios a Cabrera,
millares de lusitanos, lloraron
el Caudillo que gloria y honra les diera.
Muerto Viriato a traición, fácilmente
Roma, romanizó aquella gente.
22.- No dudéis de la fama que tuvieron
estos valientes pastores de ayer,
que por defender sus tierras, murieron
ante enemigo, con mando y saber.
Fue gracias al coraje que expusieron
que ganaron el respeto y el querer
de una raza instruida para la guerra
en yermos montes de zarzas y piedra.
23.- Si lusitanos fuimos por Viriato,
leoneses seremos por ser de León;
de ésta tierra, que es excelso legado
de un bravo pueblo, que diera razón
para que este trovador desvirtuado,
colocara en verso su corazón,
a los pies de la Virgen de la Concha
como sensata ofrenda de quien la honra.
24.- Llegan de Roma arados resistentes
que hincan con sus rejas tierras labriegas,
dando vida al campo y vida a las gentes.
En las laderas se plantan las cepas,
los rudos lusitanos, indulgentes,
se romanizan, aunque a duras penas,
y Zamora brota paz y expansión
después de muerto Viriato, à traición.
25.- Y este pueblo de bravos montañeses,
sometido al cautiverio romano,
cultiva las tierras y crea reses,
y gracias a su trabajo, no en vano,
los romanos se revelan corteses.
Así nace el corazón zamorano
a la orilla del legendario Duero,
con humildad y cariño sincero.
26.- Alguien ha dicho, que Zamora fuera
alcurnia de artesanos y fulanas;
traidor y embustero quien lo dijera,
pues en tierra de santos y de hermanas,
no hay cabida para gente perversa.
Pundonorosas son las zamoranas,
madres de espíritu y valor cristiano
que honran el abolengo zamorano.
27.- Tiempos de riqueza y prosperidad,
gracia de Dios por ellos contemplada.
Nace aquí la amada y noble ciudad
con la gloria de ser la bien hallada
por hombres y mujeres de verdad,
que hicieron de esta tierra su morada.
Gloria a gente de estirpe lusitana,
que diera a ésta tierra, su gloria y fama.
28.- Mas todo ello, como Dios ha querido,
Zamora gana prestigio e importancia
siendo asediada por el enemigo,
que en busca de fortuna, no descansa
mostrar su poder con duro castigo
destruyendo todo; más por venganza
que por afán de bienes y poder,
mata y destruye por orgullo y placer.
29.- Son tiempos de bulliciosas conquistas
por locos anhelos territoriales;
unas veces, por fuerzas anarquistas
que vienen de África con especiales
intereses, o nobles progresistas
que buscan territorios favorables
para instaurar su clan y religión
à base de fuerza y recia presión.
30.- Mas quiso el Señor, que Alfonso Tercero
éstas amadas tierras conquistara,
para qué fuera ésta ciudad, sendero
de una Castilla fuerte, qué brotara
raíces para un país imperecedero,
donde la espada enemiga, no osara
volver a la tierra por él tomada
al musulmán, con su gente y su espada.
31.- Gracias a Alfonso Tercero, tuvimos
progreso, paz y nobles caballeros;
aún hoy, gracias al Rey, nos distinguimos
por sus hazañas y sabios desvelos
que aún hoy, con nobleza y orgullo sentimos.
Gracias a este valiente rey, tenemos
la muralla que diera gloria y honor
a una ciudad curtida de valor.
32.- A sesenta mil árabes venciera,
según nos cuenta nuestro romancero,
mostrando al musulmán que a su bandera
y a su honrado y denodado pueblo,
había su arma para defenderla,
la muralla, que a su mando construyera
y que aún hoy rememora aquél pasado
de un magno rey y de su pueblo amado.
33.- Hasta Toledo acosó el enemigo
expulsándole de tierras cristianas,
fuera tal su hostigamiento y castigo
a las decaídas fuerzas paganas,
que tardaron volver a dar castigo
a las sufridas huestes zamoranas.
Magno rey a quién debemos honor,
Orgullo, patriotismo y pundonor.
34.- Venciendo árabes se gana obispado
y cariño de rey para honor nuestra;
para primer obispo, es designado
el Abad de Moreruela, hombre presto
a la santidad, hoy San Atilano.
Virtuosa tierra, ésta Zamora nuestra
que engendra intrepidez, santidad y arte,
dando gloria a Zamora en toda parte.
35.- Por siete alas de fosos defendida
y sus recias murallas levantadas,
se extiende tu fama bien merecida
como ciudad entre las bien cercadas
por los moros respetada y temida.
Aún hoy, en romanceros y cantigas
eres recordada Zamora amada,
como la ciudad leal y bien cercada.
36.- Sólo una vez los árabes pasaron
golpeados por piedras, lanzas y dardos,
sobre los cadáveres que llenaron
el foso. Sobre cuerpos apilados
pudieron entrar, pero no quedaron,
Don Ramiro con sus bravos soldados
los vence a base de furia y valor
rescatando al enemigo, su honor.
37.- Feliz Ramiro por haber ganado
a moro destructor con lanza y espada,
con miedo ser de nuevo amenazado,
dispuso que fuera fortificada
toda ciudad predispuesta al atraco
del moro u otra raza depravada,
fortificando como su etnia manda
Salamanca, Ledesma y Peñaranda.
38.- Aún el Duero va de sangre manchado,
y Zamora no ha curado su herida,
un ejército enorme, acaudillado
por Almanzor, volvió a la ofensiva,
mas la bien cercada, que fuera estrado
de mayores asaltos, no dio premisa,
y aunque el Duero de sangre se llenaba
en la ciudad, el árabe no entraba.
39.- Volvieron los moros para tomar
la ciudad de Zamora qué deseaban;
Sancho el Gordo reinaba, que evitar
su entrada no pudo, y aunque ellos entraban,
no tardaron en la abandonar
dejándola destruida y abundaban
los abusos de crueles musulmanes
con sexo y aterradores desmanes.
40.- Volvió después el temido Almanzor
que lograra entrar, pero estaba dicho
que de un bravo pueblo de orgullo y honor,
no esperara el musulmán, cobijo.
Para que se cumpliera, con valor,
contra el moro luchó padre, madre e hijo.
Cuán patriota este pueblo del pasado
que hizo patria con su esfuerzo abnegado.
41.- Una vez el musulmán derrotado
la ciudad volvió a la tranquilidad.
Fernando Primero dio por zanjado
el reinado islámico en la ciudad.
Todo, como Dios había ordenado,
Se hiso Zamora tierra de lealtad
al rey que defendía y tanto amaba
Zamora, su ciudadela avanzada.
42.- Ciudad mía que eres libre y prosperas
presta contra futuras algaradas
de asedios crueles que en tiempos tuvieras
de fuerzas moras brutas y malvadas.
Dijo Sancho Segundo: -que valieras
más que todas plazas amuralladas,
por tu muralla ante todas las bregas
y por el valiente pueblo que albergas.
43.- Reinaba el rey Don Fernando Primero,
y la ciudad vivía el bienestar.
Sensato rey, pero de plan ligero,
al repartir sus reinos, sin pensar
que su necio y presuntuoso deseo
de dar el reino a sus hijos al azar,
haría que entre ellos y sin razón,
hubieran luchas por Castilla y León.
44.- A su hija Urraca, otórgale Zamora.
A Don Alfonso el partido de León;
la zona de Toro a Elvira lo dona,
a García, Galicia y su blasón,
y a Sancho la Castilla emprendedora,
donde había el deseo de la unión.
Fuera Sancho, el hombre predestinado
a hacer patria, en lucha por su reinado.
45.- Muerto Don Fernando, gran rey y señor,
nace la envidia, el odio y la ambición.
Don Sancho, ambicioso y acometedor,
no acepta del padre la partición,
con el ánimo de ser rey y señor
de un reino, que un día fuera nación.
Con ésta idea y su ejemplar valor
lucha por hacer patria, aún sin honor.
46.- Alfonso, huye de León con dolor
y quitar Toro a Elvira, bastó un día;
así, frente a Zamora, sabedor
que con Urraca duro lo tenía.
Con sus murallas y el bravo valor
de un pueblo dispuesto a mostrar su hombría,
le harían sufrir, para conquistar
la ciudad que ambicionaba reinar.
47.- Fue duro y largo el cerco a la ciudad
defendida por bravos zamoranos,
que el rey, sabiendo la dificultad
quiso hacer un acuerdo entre hermanos.
Sabía el rey de la intima amistad
entre el Cid y su hermana, ambos dados
a vínculos tiernos en el pasado
de los cuales, la historia poco ha hablado.
48.- «Te mando mi fiel Cid, a ver mi hermana
en busca de un pacto confortador.
Dile que no busco triunfos ni fama,
tan solo crear un reino de esplendor
donde soberanos, en el mañana,
disfrutemos una patria y un señor.»
«Difícil misión me dais mi señor,
negociar con vuestra hermana mi honor.»
49.- Amarga misión a Cid delegada,
fiel guerrero al servicio de su rey;
que le manda convencer a su amada
para que le entregue lo que por ley
pertenece a su hermana Doña Urraca.
Vergüenza le daba que ante su grey,
tuviera que pedir a su señora
la rendición tajante de Zamora.
50.- Sin corcel, sin espada, el Campeador
entró sin trabas murallas adentro.
A su paso hacia el castillo, el fragor
de la gente, ahogaba su sentimiento.
Dudando estar con su fugaz amor
o con la ambición de su amado rey,
se arrodilló a los pies de la Infanta
con la tristeza ahogando su garganta.
51.- «Digna infanta, me manda vuestro hermano
en busca de un acuerdo desprendido.»
«Levantaos» dijo Urraca con halago
al noble caballero allí rendido.
«Listo es tu rey y noble su cortesano,
pensando que un lejano amor perdido
me inducía a un pacto falto de honor,
donde hay hidalguía, lealtad y valor.»
52.- «Perdón infanta!» dijo Campeador.
«No busca mi señor guerra ni fama,
tan sólo crear un reino de esplendor
donde altivos, el día de mañana,
tengamos una patria y un rey señor.»
«Ambición abusiva», gritó Urraca.
«Vuelve a tu ejército y dile a mi hermano
que sobre mí está el prez zamorano.»
53.- Decaído, al ver fallido su deseo,
entre vejaciones de zamoranos
hambrientos y tristes por el bloqueo,
se marcha Cid con pena de sus vanos
esfuerzos ante la sensata Infanta,
y el griterío de sus ciudadanos.
Tristeza propia de un corazón leal,
qué por su nobleza se hizo inmortal.
54.- Cuando Cid, triste, notificó
a su rey la renuncia de su amada,
Sancho enfadado, con furia gritó:
«Es que puede el amor más que tu espada?»
« Mi señor,» dijo Cid «ella me amó
como yo la amé, pero nuestra leal raza
no deja qué vendamos nuestro honor
por fuertes que sean espada y amor.»
55.- No aceptó Sancho el orgullo de Cid
juzgándole como un necio traidor;
y el que fuera campeador en la lid
pierde la primera justa de honor,
pues Sancho, consternado, lo despide.
Montado en su corcel, el Campeador,
deja su rey y se marcha acongojado
al verse insensatamente humillado.
56.- No tardó el rey Sancho darse cuenta
de su disparate, y mandó buscarlo
sintiendo dentro de sí la vergüenza
de recibir un hombre difamado
por él. Regresa Cid a la contienda
triste, por haber sido deshonrado
su honor de caballero y servidor
del rey y su patria, antes que del amor.
57.- Amigos de los reyes destronados,
deseosos de vengar al sitiador,
vinieron a Zamora desterrados,
como Bellido Dolfos, el traidor,
con treinta feudatarios bien armados,
todos ellos faltos de arrojo y honor.
Largo bloqueo Zamora tuviera
que sólo el hambre y la muerte prospera.
58.- Entre murallas, hambre y desespero
mata moralmente la Infanta Urraca
que viendo el débil estado del pueblo
hizo consejo para dar la plaza
de forma amistosa, evitando el duelo,
pero el noble y leal consejo rechaza
la demanda con gritos de lealtad
prestos morir por ella y su ciudad.
59.- Largo y duro asedio hubo en la ciudad
pero Don Sancho no ha podido entrar;
Los zamoranos con su dignidad
y valor, no dejaban de luchar,
aunque su moral y su ansiedad
fuesen el desespero popular.
la enfermedad, el asedio y el hambre
Ahogaban el zamorano exangüe.
60.- De la ciudad salió un caballero
si tal se puede llamar a un traidor,
para indicar al rey aventurero
de una puerta expedita al interior
por donde podría entrar sin recelo
con su tropa, mas el rey con temor
al engaño y con cierto pesimismo,
exigió ver aquella puerta él mismo.
61.- Caminaba Sancho con el traidor
a ver aquella puerta codiciada
ignorando al hábil vindicador
que con malos fines le acompañaba.
Un descuido de Sancho, fue lo peor
de sus actos; con la astucia planeada
clavó el traidor su puñal suicida
en la espalda del rey que cayó sin vida.
62.- Corrió Bellido Dolfos, el traidor,
hacia la puerta para escapar
del acoso del leal cabalgador,
el épico Rodrigo de Vivar,
mas quiso la suerte que el Campeador
por poco no lo pudiera alcanzar.
Ajuste y no conjura, fue razón
del traidor, huido de tierras de León.
63.- Juzgados traidores los zamoranos,
son retados a un duelo por traición,
y Arias Gonzalo, a quién aún hoy honramos,
se presta disputar sin condición
el honor de sus honrados paisanos,
sin más mérito que la condición
de jugar su vida por la verdad,
el honor y orgullo de su ciudad.
64.- Aunque su coraje y valor, le daban
ansias para luchar por la verdad,
no pudo hacerlo; le inhabilitaban
la Infanta Urraca y su avanzada edad.
Mientras las tropas de Sancho, gritaban
por justicia, adentro de la ciudad,
los hijos del alcalde, con valor,
se disponen a morir por su honor.
65.- Dura fue la lucha por el honor
de un pueblo valiente, sensato y honrado.
Acero en mano y razón de valor,
sale al torneo para ser juzgado
un hijo de Arias Gonzalo, el mayor,
que aunque luchara como buen soldado,
no consigue vencer a su oponente,
dejando triste y abatida a su gente.
66.- Entristecido, Arias Gonzalo dijo:
«murió en defensa de la verdad
este bravo soldado, que es mi hijo,
pero el honor de esta amada ciudad
sigue viva; a vos Ordóñez exijo
deis a mis hijos la oportunidad
de luchar uno a uno con hombría,
aunque sus vidas apaguen la mía.»
67.- «¿Qué me pedís, venerable señor?
¿Qué me bata en armas con inexpertos?.
¿Acaso no os causó harto dolor
una muerte? ¿Por qué no calláis retos
de impostor?, mostrado está vuestro honor
con la pérdida de un hijo. Perversos
son los demás, que usaron su pasión
matando nuestro rey a la traición.»
68.- « ¡Callad Ordóñez!...» gritó con vigor
Arias, «tomad la vida uno a uno
de los zamoranos, mas no su honor,
que si existe entre nosotros, alguno
que tenga la condición de traidor,
con resignación el castigo asumo.
Dejad que mis hijos hagan justicia
a la calumnia, al odio y la impudicia.»
69.- Salió a la arena para luchar
otro de los hijos del regidor;
jamás hubo tanto anhelo de dar
justificación de lealtad y honor;
tan sólo Arias ha querido mostrar
que vale más el honor que el amor.
Muertos los tres hijos en el combate,
el dolor se extiende por toda parte.
70.- Estaba escrito que Zamora fuera
vanguardia en la lealtad y sufrimiento;
al ruedo sale el cuarto hijo, y valiera
para poner fin al conflicto horrendo.
La maestría de Ordóñez no sirviera
ante la fe y valor de quién, teniendo
poca experiencia en la lucha, tenía
la rabia por arma y por osadía.
71.- Mientras el duro pueblo zamorano
se alegraba de una forma sencilla,
dolido, el ejército castellano
se retira en silencio a su castilla,
llevando el cuerpo de su rey falseado.
Resuenan las campanas en la villa
por los tres hijos del Gobernador,
mientras Zamora recobra su honor.
72.- Lágrimas de dolor, surcan el rostro
de Arias Gonzalo, el Gobernador;
a su lado, la Infanta con disgusto,
expande su cólera y su dolor
gritando:“ fue nuestro gravoso costo
para mantener nuestra casta y honor”.
Mientras, por las arterias zamoranas
llora el pueblo al compás de las campanas.
73.- Muerto Sancho por la infame traición,
y recobrado el honor zamorano,
los castellanos sin rey ni razón,
abandonan el cerco de la mano
del desespero y la desilusión.
Así termina el cerco más pagano
Según lo cuenta nuestro romancero,
yo solo me limito a ser trovero.
74.- Ante el valiente Cid, el Campeador,
Jura Alfonso Sexto con humildad.
Manifestando: «Juro por mi honor
que no conspiré contra ésta ciudad,
ni contra mi hermano. Vuestro dolor
lo comparto con tanta dignidad,
que el cobarde que osó matar mi hermano
morirá descuartizado a mi mano.»
75.- Vindicado fue, Bellido el traidor:
por cuatro caballos fue remolcado,
siendo descuartizado, en honor
a su engaño. Así fuera ejecutado
como lo prometiera con rencor
Alfonso Sexto, ahora rey y señor
del nuevo reino, que tuvo la hazaña
de ser mentor de la futura España.
76 .- Volvió mi Zamora a una paz serena,
creciendo con otros nuevos lugares,
como el Valle, San Lázaro, la Vega,
el Burgo, Cabañales y Olivares.
Nacen mercados, y la plaza medra
con judíos y artesanos dispares.
Gracias a tiempos de prosperidad
nace el segundo puente en la ciudad.
77.- Todo cuanto vive, tiene sus ciclos,
y Zamora en su vida los tuviera;
después de tiempos de paz, los conflictos
entre banderías y la que fuera
nobleza local, hicieron malditos
muchos años, que a Zamora afligiera
Con la odiosa peste, el hambre y la lucha,
Gravados con el motín de la trucha.
78.- as luchas habidas entre dos bandas
en busca del codiciado poder,
tupió el clamor de muchas gargantas
desnutridas por el hambre y el quehacer
de la peste. Fueron años de tantas
desgracias, que mucho vino a perder
del crecimiento que en tiempos tuviera,
por el poder, la peste y la ceguera.
79.- Con el tiempo las heridas curaron,
y Zamora volvió a la expansión.
Aún hoy, las murallas que preservaran
los bravos soldados de la invasión,
muestran su dolor por los qué pagaron
con su vida el honor de una razón:
la razón de servir a su infantado
y a Zamora su terrón bien amado.
80.- Años e siglos pasaron hasta ahora
desde aquellas luchas encarnizadas
entre moros y gente codiciosa.
Con el tiempo, se curaron las llagas
abiertas por la infamia, y la dichosa
historia de las épocas pasadas.
Quedó solo en corazón zamorano
la lealtad y valor de Arias Gonzalo.
81.- Si fuera historiador, mucho diría
de esta tierra leal y su brava gente.
Pero no lo soy, ni tengo osadía
para escribir aquello que mi mente
necia, no sabe ni escribir debía
¿Es acaso talento convincente,
que un trovador, sin arte ni saber,
haga alarde de poeta sin lo ser?
82.- Aún por los poros de las viejas piedras
sangran las heridas de un noble pueblo.
Misteriosas sombras, mágicas puertas
por donde pasan buscando consuelo;
son míticas sombras que en horas muertas
bajan a su castillo desde el cielo
para halagar la historia de esta tierra
noble y leal ante la paz y la guerra.
83.- Si acaso te preguntan por tu grey,
por tu estirpe, diles con dignidad
que eres zamorano por sangre y ley,
y español por tu sagrada lealtad
a tu Zamora, tu patria y tu rey.
Si hiciera falta mostrar la verdad
con tu vida, llénate de valor,
y muere por tu ciudad y tu honor.
84.- Que morir por tu patria y tu rey
es ganar el honor del más preciado;
y porque así es, sobre ti está la ley,
y con ella, el regalo más sagrado
que Dios puso libremente a su grey,
para que fueras por Él sublimado:
la libertad, la natura y el amor
que apoyarás con lealtad y valor.
85.- Aún me acuerdo de sus abruptos montes.
Velando a sus pies, las aguas del Duero
que serpenteando en busca de horizontes
nuevos, va abriendo camino, al austero
país, donde brotan sangre sus fuentes,
y se anublan sus montes con el fuego.
Enojado, y en mil recuerdos absorto,
Se funde en la mar, en tierras do Oporto.
86.- Quisiera llegar al fin de mi vida
sin esta amargura que me atormenta.
Qué se suelte la gente perseguida
y el corazón del pueblo viva e sienta
su orgullo, para que su fe perdida
renazca donde hay odio y reprimenda;
para que podamos ver de verdad
entre mi gente, amor y libertad.
87.- Cuando por la noche, evado la pena
que quema mi existencia sin piedad,
salgo al balcón a ver la luna llena
que plasma al Duero su felicidad,
escribiendo con mimo el bello poema
sobre el castillo, el Duero y la ciudad,
que fuera cuna de santos y reyes
y honesta defensora de las leyes.